Pescados, mariscos y vino: cómo acertar
– Por Jorge Gómez, Sommelier de Wine Art School
y docente de enología en Culinary
Comencemos por aclarar que en realidad la clave siempre está en elegir un vino que no reste protagonismo al plato y aquí entran en juego aspectos como el tipo de pescado o mariscos, así como su preparación.
Los pescados preparados en forma sencilla, fritos, pochados u horneados, van mejor con vinos blancos sencillos, de uvas con buena acidez como Chardonnay o Sauvignon blanc (de California o de Baja California. O un albariño de Galicia o de Portugal (Alvarinho).
Pescados servidos con salsas fuertes, guisados o combinados con mariscos (¡una paella marinera!), entonces lo mejor será acompañarlos con vinos blancos un poco mas robustos, como los de fermentación o crianza en barrica; los mejores serán un buen chardonnay, de cualquier origen, o un verdejo de la región española de Rueda. También un buen espumoso: Champagne frances, Cava español, o algunos buenos espumosos de origen mexicano, de Querétaro o de Baja California.
Está claro que, con la comida de mar, hay que evitar tintos con mucho cuerpo, ya que anularían el sabor del plato, pero probar algunos pescados y mariscos con un tinto joven o un refrescante rosado puede producir gratas sorpresas. Entre más fuerte el sabor o porcentaje de grasa del pescado, más posibilidades de maridaje. Así, pescados semigrasos, de carne firme como el mero, el bacalao o el rape maridarán bien con un tinto joven y ligero, o un rosado fresco y cítrico. El pulpo con vino tinto joven también resulta ideal, más cuando se trate de pulpo a feira.
Pescados más grasos, normalmente azules, como el bonito, la caballa, el pez espada o el atún soportan vinos rosados muy frutales. Si se trata de pescados blancos y melosos, vinos con cuerpo fermentados en barrica más de 6 meses.
Las ostras con Cava o Champagne, también rosado, siempre serán una combinación ganadora. Lo mismo pasa con pescados salados, de sabor fuerte y pronunciado como las anchoas o las sardinas que van bien con espumosos como
cavas españolas a base de Chardonnay, Xarel•lo o Pinot Noir, así como un Albariño gallego.
Vino blanco con sabores suaves
Aquí parece que es mejor seguir la vieja norma: pescados blancos y magros, de suave y delicado sabor como lenguado, huachinango o tilapia, van bien acompañados con un vino blanco ligero y fresco como el Albariño, Verdejo, Godello o Chardonnay joven que potenciarán su sabor.
Mariscos, crustáceos y moluscos en general también se llevan mejor con vinos blancos. Más si se trata de productos de elaboraciones puras y sencillas que conservan su esencia marina.
Crustáceos en general con un Riesling, Verdejo o algún blanco de Chenin blanc. Y si son tipo langosta, cangrejo o camarones cocidos, solos o en coctel o ensalada, entonces con Chardonay o Sauvignon blanc.
Nuestro consejo es siempre tomar el vino que más apetece en cada momento para disfrutarlo realmente y saltarse la rigidez de las normas. Seguro que si nos dejamos llevar por nuestros antojos disfrutaremos también del placer de la elección.
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