Celebramos el Día internacional de la uva Chardonnay
El jueves 26 de abril se celebrará el Día internacional de la uva Chardonnay, en esta ocasión les damos una pequeña reseña de la que es la segunda variedad más plantada en el mundo y una de a las que mejor les sientan los procesos de crianza y maduración en barricas de roble.
Una uva muy versátil que usa ampliamente para producir vinos blancos de excepcional calidad, tanto tranquilos como espumosos, y que deja entrever en los vinos la personalidad de la tierra y del clima que las ha acompañado durante su crecimiento y el buen hacer de los enólogos y vinicultores durante la elaboración.
Su origen se sitúa en la región vinícola de Borgoña, en la parte centro-este de Francia, más concretamente, de los alrededores del pueblo de Chardonnay, y del que esta variedad de uva toma prestado su nombre. Ciertos escritos históricos hablan de su cultivo por allá por el siglo X d.C.
Chardonnay es una de las variedades que más se utilizan en elaboración de vinos blancos de los viñedos de Borgoña y de Chablis, así como una de las empleadas para dar origen a los prestigiosos vinos espumosos de la región de Champagne, entre otras regiones vinícolas francesas.
Desde Borgoña, en Francia, y a lo largo de los siglos, la Chardonnay ha llegado a conquistar infinidad de países, y en la actualidad podemos encontrar grandes extensiones de viñedos de Chardonnay en zonas vinícolas como en Italia, Reino Unido, Portugal, España, Nueva Zelanda, Australia, California, Chipre, Argentina, Chile, México, Croacia y Sudáfrica.
En el tema visual, los vinos de Chardonnay se expresan en toda la gama de los amarillos, desde los más pálidos, hasta los dorados, pasando por todo un abanico de tonos pajizos. En ocasiones, muestran también ciertos reflejos verdosos. Los monos varietales de esta uva destacan por su claridad y su brillo.
Pasando al aspecto del aroma, muestran habitualmente un cierto carácter cítrico y levemente frutal. Nos recuerda también al frescor de los duraznos, los chabacanos, las cerezas, las ciruelas y otras frutas de hueso. También podemos apreciar con frecuencia en muchos vinos Chardonnay, matices de aroma a manzana. Entre los aromas secundarios de estos vinos, podemos detectar derivados de los procesos de vinificación: lácteos, de yogurt y mantequilla, pan recién horneado, notas tostadas, etc.
Los sabores que se pueden percibir en los vinos blancos de Chardonnay nos recuerdan de nuevo, a ciertas frutas frescas, tropicales y de hueso, como la manzana, el melón, la piña, el mango, los duraznos y los chabacanos.
Cuando se producen vinos de crianza, estos se benefician del paso por barrica, lo que favorece la concentración de los
sabores y les aporta un punto extra de cuerpo. A pesar de que el Chardonnay guardado en barrica presenta notas de mantequilla, vainilla y crema, no nos olvidemos de que, como toda variedad blanca, posee una acidez marcada y gran frescura.
Por último, el maridaje de esta variedad se combina perfectamente con mariscos frescos o en sopa, pescados, carnes blancas, pastas horneadas o cremosas, complementa muy bien con los sabores tostados de panes al horno y verduras
caramelizadas o recetas a base de crema o mantequilla.
Después de conocer un poco de la trayectoria histórica sobre la uva Chardonnay, dinos sí sueles consumir con regularidad esta famosa variedad y sí conocías alguna de estas características. ¡Salud!
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